Cuenta la leyenda que, en el momento de la Creación, todos los animales fueron puestos en fila, y cada uno a su turno, le pedían a Dios el atributo que más querían. El pavo real deseaba belleza; la gacela, rapidez; el león, coraje; el caballo, gracia; y así cada uno hizo su pedido. El gato, que era el último de la fila, escuchó bien todos los pedidos, y cuando llegó su turno pidió un poco de cada uno de esos atributos, sin dejar de lado ninguno.